Intermitencia

¿Sabes que eres mi luz de intermitencia? ¿Esa que siempre centellea para que tengas en cuenta que está ahí? Pues mi intermitencia siempre viene en verano, como las mejores tormentas del año; de las que sorprende, refrescan y dan un respiro.

Supongo que todo eso está bien. Hasta te hace sentir fuerte, incluso sonreir de vez en cuando sin tener que recordar el cómo se consiguen alzar las comisuras. Pero llega el verano, te revoluciona te revuelve y se va. Siempre ocurre. Y ya búscate la forma de recomponer pedazos de apretar las encías, “en esta vida no hay filosofía”.

Quería correr, olvidar, que nada pudiera atraparme; pero siempre hay alguien que te marca los límites y que te hace tener presente lo cerca que está el suelo de tus pies. Aunque como sorpresa te diré que es la misma persona que podría llevarte “a cualquier otra parte”.

Fuente: Google

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Entonces, en ese punto, comienzan las diferencias, los universos paralelos y artificiales; y como siempre los tópicos que todos se empeñan en recordar que si están escritos es por algo.

(Somos diferentes; me agobias, te agobio; no te quiero como me gustaría, no me quieres como me gustaría; no me mereces, no te merezco; soy demasiado joven para ti, eres demasiado mayor para mí; me quiero, te quieres; eres mucha mujer para mí; eres poco hombre para mí; lo nuestro es imposible; es una relación tóxica; te está aislando; no es amor es obsesión; te va a hacer daño; no es tu tipo; tu ahora eres así por él; no siento lo mismo, sigo sintiendo lo mismo; tu mundo no es el mío; te he querido como nunca, te he querido como a nadie…)

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Depende de la historia. NO de la pareja, ni de la edad, ni de los gustos, ni de los amigos, ni de los padres… Son excusas, depende de la CADUCIDAD.

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Para no dar la hostia del lustro lo mejor es tener los ojos abiertos, día y noche; si es que queremos evitar el golpe, claro. Puestos a decidir, hay de todo; golpeadores y golpeados, enamorados y enamordados.

Yo decidí quererte como dicen que no se debe querer: con obsesión, con arrastre, con persecuciones. De hecho, aún sigo pagando las consecuencias de mi flecha de cupido.

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